domingo, 1 de diciembre de 2013

Investigación: Bolicheros Ciegos por el Diezmo (Parte I)



Dicen que son el mejor público del mundo.  Ellos lo demuestran show a show, y eso queda registrado en dvd´s que recorren el planeta. Pero, ¿sabe ‘el mejor público del mundo’ qué difícil es tocar música en su ciudad? Realmente, son pocos los espectadores que conocen como es la movida nocturna en Buenos Aires. Claro que ellos o son músicos, o están cerca de ellos.
Tocar en Capital, se volvió un caos más. Una ciudad culturalmente millonaria no tiene espacio ante tantas expresiones, y las empresas se aprovechan de las debilidades, las ganas del público, y sobre todo, de las bandas.
Es muy fácil ganar dinero en pocos pasos siendo productor o teniendo un lugar habilitado para tocar. Lo más difícil, según cuenta Pity Fernandez, cantante de Las Pastillas del Abuelo, es conseguir el siguiente combo: lugar, fecha y un buen acuerdo en lo económico: "Lo lógico para que los dueños de los boliches no te expriman sería arreglar que todas las entradas vendidas sean para vos y además, te den un porcentaje de la barra. Vos le estás llevando la gente. Casi siempre la totalidad de entradas queda para la banda, y la barra a cargo del lugar". Son pocos los lugares donde les dan las dos cosas, casi inconseguible, casi de otra época. 


Otro gran curro dentro de las noches de show son los promotores: personas que tienen personal a cargo, cortando entradas en la puerta, encargándose de la limpieza de los baños, del ingreso del público, y dependiendo de la jerarquía y del lugar donde estén, son beneficiados con un porcentaje de la venta de entradas.
Las dependencias varían si el promotor organiza festival con dos o tres bandas, o si es sólo el turno de una banda. Al mejor estilo albergue transitorio.
Muchos son los factores que afectan a las bandas, y gigantes son las posibilidades para que una noche soñada sea una catástrofe tanto en lo emocional como en lo económico. Para tocar, al músico se lo trata como a una persona que va a pedir un préstamo a un banco: tiene que hacer mil trámites para poder cumplir parte de ese sueño, que es llevar adelante su vocación. 
Todo parece mostrar que la cultura no siempre ve sus frutos, ya sea por intereses políticos, sociales y/o empresariales.






Nota realizada por Ariel Andreoli, Pablo Ríos y Hernán Clérici

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