Llega fin de año y la memoria empieza a funcionar. Los recuerdos de algo que (casi) no se contó. Un gran e inolvidable show sin casi difusión. Un lugar que costó millones y que no rinde como el Jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri desea. Eso fue la presentación del histórico Daniel Melero, que le dio un cierre de oro
al festival de invierno realizado por Geiser Discos y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en
el moderno y elegante edificio, donde hoy funciona la Usina del Arte, en el barrio
de La Boca, el 10 de agosto de este año. Estas líneas que vienen abajo quieren recordar uno de los más lindos momentos queeste 2013 dejó a nivel cultural.
Llegar
hasta el lugar podía ser una verdadera travesía si no conocías la zona, ya que
la calle Don Pedro de Mendoza tiene un singular recorrido en toda su extensión.
La ex Compañía Italo Argentina de Electricidad quedó totalmente renovada y ya
se podía notar apenas se cruzaban las rejas de la entrada. Adentro, paseaban y
convivían distintos personajes de la escena Indie argentina, viendo vinilos extranjeros
(que valían fortuna), cd’s, encendedores, púas con dibujos y hasta remeras que
sobraron en recitales masivos, ya sea de bandas de afuera o nacionales, a tan
solo 50 pesos. Igualmente, lo más freak, se podría considerar al stand de los
chicos de las peluquerías Prana, que
te invitaban a usar esos raros peinados nuevos, patrocinados por Rey Momo (y no
se trataba del cierre de campaña del candidato Momo Venegas, sino de la marca de espuma que se usa en los
carnavales).
“Y en esta
maldita memoria, voy a guardarte un lugar porque no voy a olvidarte más... jamás”,
cantaba el líder de Viva Elástico cerrando su presentación con el auditorio
Geiser a sala llena, siendo una de las bandas más festejadas del festival. Post
show, si bien sonaban otras bandas había que ir a hacer la (extensa) cola para
el Auditorio General para conseguir una buena ubicación, donde el prócer no
reconocido masivamente del rock nacional cerraría la noche con su show
particular. Los carteles en la entrada mostraban la leyenda: “Ni Brooklyn ni
East London... Buenos Aires Ciudad Indie”, así que previo a Melero, ya uno
podía asegurarse que lo que iba a ver en instantes no era casualmente lo que
suena en la radio.
Con algunas chicas como organizadoras, que como en
un cine te indicaban donde sentarte, la sala se llenó y a las 21:52 (más
puntual imposible, sabiendo que debía salir a las 21:50) Daniel Melero salió en
acción con sus clásicos anteojos, un pantalón violeta y un saco para la
ocasión, respaldado por su espectacular banda. Sobre el gigante escenario,
había espacio de sobra para los músicos, y sumaba muchísimo una escenografía
que no tenía mucho más que dos esculturas que colgaban del techo, pero que con
el juego de luces que se mostraron en todo el show, dio una sensación de
bienestar.
“La sed”
fue el primer clásico que sonó en la noche, del inolvidable Travesti, de 1994, seguido por “Sangre
en el Volcán”, de Los Encargados, aquella banda ochentosa de tecno que supo llamar la atención del
panorama musical de la época, y hasta telonear a Riff (aunque los heavy los trataron muy mal en aquel épico
show).
“El tiempo
que pasó no se repetirá jamás, y en cada estación no habrá un día igual: Todo
cambiará”, prometía la bella y especial “El mundo será nuevo”, del disco Vaquero, de 2001, quizás el álbum con las
letras más lindas del músico nacido en Flores a mitad del siglo pasado. Luego
sonaron la electrónica “La forma del deseo” en una versión impresionante de Cámara, seguida de “Por el Río”, de su
último álbum Supernatural, y Melero
se mostró impresionado, diciéndole al público: “Sí, son ellos”, asegurando que
la banda suena así de manera sideral gracias a que tiene buenos músicos que
interpretan a la perfección sus canciones.
Una furiosa
“Rápido expreso Moreno” y una siempre linda “Amazona” fueron la antesala del
momento más romántico y meloso de la noche: luego de que los músicos se
retiraran del escenario, exceptuando quien tocaba los sintetizadores que se
hizo cargo del piano y de Melero que se quedó a cantar, tres canciones de esas que estimulan los
sentimientos sonaron para deleite de los que se hicieron presente en el
Auditorio. Primero “Quiero estar entre tus cosas”, segundo “Descansa en mis
brazos”, en una versión en que demostró que le sobran dotes musicales al
pianista, y al final, la super dedicable “Nena mía”.
Una espera
de algunos minutos fue para que se hicieran presentes todos por un Bis, que se
retrasó aún más ya que el tecladista llegó después y entre risas Melero
aseguró: “Es la primera vez que se retrasa todo y no es por mí”. Para el final
sonaron “Amor difícil”, y “Líneas”, un clásico del disco Silencio, el único álbum oficial de Los Encargados. El frontman se despidió saludando a su
público, los músicos se quedaron tocando hasta que desaparecieron de escena,
para luego dejar a los instrumentos sonando solos con efectos que elevan la
mente a viajar al más allá.
Daniel
Melero cerró esta edición del nuevo festival de invierno que propone la ciudad,
demostrando que es un músico que “sea del palo que seas”, hay que respetarlo. Ya
no quedan dudas que no solo fue aquel personaje excéntrico de los años ochenta
líder de Los Encargados, ni el que trabajo con Soda Stereo en sus discos más
importantes, ni tampoco fue solo el padrino de grandes bandas alternativas de
la escena de los años 90’s. Es uno de los pilares de la escena under nacional, y en shows como el del 10 de agosto de 2013, muestra que musicalmente ser tendencia
y modernidad, siguen siendo los adjetivos que mejores le quedan.
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