lunes, 2 de diciembre de 2013

Comentario: Las Vueltas que No Fueron (Parte II)




El fin de semana que pasó traía dos retornos que hacía años esperaba: el primero, la vuelta de Cuentos Borgeanos, banda que alimentó mis años adolescentes con buenas canciones, pogos y letras inolvidables. El otro, la posible chance de gritar Campeón del torneo local de mi equipo San Lorenzo de Almagro. 



Parte II: San Lorenzo de Almagro


El domingo 1 de diciembre me levanté poco antes de las 11 AM. El calor era insoportable y el sol parecía un incendio, pero mi energía estaba desplegada en un solo lugar: ir hacia el Nuevo Gasómetro que jugaba mi querido Ciclón. Todos los resultados del sábado eran los que necesitabamos para dar una nueva vuelta olímpica: All Boys le había ganado a Newells, a Arsenal lo goleó feo Belgrano y Tigre había derrotado a Atletico Rafaela.

Ayer domingo, sólo faltaba que Lanús y Boca que se enfrentaban, empaten (cosa que pasó). Con un triunfo nuestro, el título se quedaba en el barrio de Boedo. Pero no.

Salí de mi casa a las 13.30 horas, y me tomé el 63 para combinar en las avenidas Nazca y Rivadavia, con el colectivo 76. Los colectivos pasaban cargados de Cuervos, y no paraban. Recién eran poco más de las 14.

Un viejo barrabrava del club también esperaba en la parada junto a un niño, que debería ser su nieto. Luego de que me empezamos a hablar, un hincha del Ciclón pasa arengando con la bocina del auto. Lo frena el semáforo, y corrimos en busca del auto que nos deposite en la cancha del Azulgrana. Y así fue.

Un mar de gente inundaba las inmediaciones del Nuevo Gasómetro cuando llegamos. Cada cuál se fue a la entrada que le correspondía.

Ingresé por la Ciudad Deportiva, y el acceso a la popular resultaba una locura. Mucha gente esperando el final deseado bajo un calor intolerable. Eran las 14.30 horas. Para pasadas las 15 horas, luego de que la policía decidiese abrir las puertas, y (obviamente) hicieran pasar a la hinchada primero, la gente comenzó a entrar al Gasómetro para colmar su capacidad.

Lo primero que hice fue mojarme la cabeza y encontrarme con algunos de mis amigos en la tribuna. Nos acomodamos antes de las 15.30, bajo un sol que quemaba. Así pasamos las primeras: soportando el calor y comiendo algún helado que vendían.

Una hora antes de empezar el partido, los Bomberos decidieron rociar de agua la tribuna y en ese instante no sólo me hidraté, sino que también le di sepultura a otro celular, que con el agua decidió no funcionar más.


Para las 17.30 horas, la fiesta empezó en la cancha de San Lorenzo. Todo daba a entender que de ahí, todos iríamos a San Juan y Boedo, la esquina clave del barrio para festejar un nuevo campeonato.

La realidad fue otra. Los jugadores se enfrentaron a un Estudiantes de La Plata que todo el torneo no supo a qué jugar, de una manera ilógica. Sin sangre y con pocas ganas de ganar. Los nombres que salvaron ‘las papas’ varios de los partidos, parecían jugadores del montón que no arriesgaron nada.

Los únicos que realmente jugaron como se debe jugar un partido así fue el ‘Pichi’ Mercier y ‘El Pipi’ Romagnoli. También el arquero Torrico, que supo mostrarse seguro cuando se lo necesitó.

El partido terminó y la gente se fue más que con dolor, decepciona. Los mismos que perdieron la Copa Argentina en octubre pasado, dejan pasar una chance así teniendo todo para campeonar.

El campeonato recién se define en dos semanas, el 15 de diciembre. Lanús versus Newells, y San Lorenzo versus Vélez. Sí: los cuatro equipos que llegan con chances, se cruzan en la última fecha.

Uno de los peores torneos de la historia del fútbol local (el campeón será el primero con tan pocos puntos) y que muestra la mediocridad que poseemos en el juego hoy en día, sacando los jugadores que están en el exterior.

San Lorenzo lo dejó pasar de manera inesperada. Y a mí, se sumó otra vuelta que no esperaba: la de volver a casa y con las manos vacías.





Comentario por Ariel Andreoli

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