domingo, 1 de diciembre de 2013

Investigación: Bolicheros Ciegos por el Diezmo (Parte II)


Hoy en día a las bandas chicas le es conveniente poder meter tres o cuatro fechas seguidas en un mismo lugar y no arriesgarse a hacer fechas grandes (es decir, tocar en un establecimiento con más nombre y capacidad), ya que para estas últimas se regalan entradas, se hace mucha propaganda, y quizás no se llena del todo. Caso contrario  a la fecha chica, porque todo se minimiza y de esos cuatro shows, por lo menos tres van a estar llenos. 

¿Existe alguna banda que la haya pegado y no haya tenido problemas nunca? Puede ser, pero no es la realidad de las miles del under que militan las calles, las esquinas y en los cientos de auriculares que suenan.
Los grupos grandes son pocas las complicaciones que pueden tener, pero existen. La mayor facilidad que tienen es que al tener un público fijo todos los shows, ya no necesitan de hacerse lugares para tocar, si no que ya los promotores directamente los invitan a tocar, y arreglan fechas. 
¿Por qué a las bandas chicas no las quieren incluir en el circuito musical?
Claramente los lugares para tocar post Cromañon se redujeron más de un 300%. Después de esa trágica noche, donde 194 personas perdieron su vida, todo cambio.
Los sitios de mala muerte o los famosos antros, donde el rock era rock, fueron desapareciendo. Se fueron clausurando, transformándose en casas de comidas, o en estacionamientos. Todo esto hizo que se pierda esa cultura que en los 80´y  90', supo brillar al compás de la música.
Esos lugares que se perdieron en la desgracia en los que el peligro era una alternativa, donde muchas veces no había conciencia del estado, pero eran lugares donde los conjutos podían tocar muchas horas, podían encontrarse con su público por entradas muy económicas, y donde el estado nunca aparecía.



Hoy, con esos antros cerrados, a las bandas se les hace imposible poder tocar sin gastar alrededor de 3 mil pesos, sin saber si los van a poder recuperar.
Las grupos de rock no tocan por tocar. Tienen que pagar para hacerlo. Ya nadie los respeta como grupos musicales: sólo son números. Los músicos se agotan de que previo a subir al escenario tengan que cumplir tantas obligaciones, cuando en realidad ellos se tendrían que preocupar, solo por tocar, pero eso ya no se puede lograr.

La escena de la noche en Buenos Aires no discrimina por género musical, y eso la hace culturalmente nutritiva. El único que lo hace es el empresario bolichero que, noche a noche, poniendo el precio que se le antoja, mata la expresión de muchos




Nota realizada por Ariel Andreoli, Pablo Ríos y Hernán Clérici

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