sábado, 9 de noviembre de 2013

Blur, paredón y después



   El sábado 2 de noviembre prometía estar feo y daba la impresión de que otra vez, se atrasaría el comienzo del Quilmes Rock, festival patrocinado por la marca de cerveza, por mal tiempo (la fecha del 1 de noviembre se terminó pasando al 4 de noviembre por las lluvias intensas que azotaron la ciudad). Pero no: el viejo Parque de la Ciudad (convertido en ‘Ciudad del Rock’) recibiría a decenas de bandas para darle comienzo a esta nueva edición. Esta vez sería en un lugar nuevo para los habitués de estos tipos de festivales.

   La venta de entradas había comenzado hacia unos meses, con una promoción en la que venía el estacionamiento incluido ya que los medios de transporte son más limitados que en otras zonas de la ciudad (sino, preguntar a las miles de personas que finalizado el show no sabían como iban a volver a sus casas).
   Al ingresar al predio, se notaba la urbanización realizada en varias de las hectáreas que completan el predio, para que la organización del show sea pareja y no hubiera ningún tipo de quejas. Desde temprano, cuando el sol aún jugaba su rol de dar calor, se podía ver bandas en el escenario principal, siendo Richard Coleman (eterno amigo de Gustavo Cerati como también integrante ochentoso de Fricción) el plato fuerte nacional con un show muy prolijo, con varias canciones de su último álbum ‘Incandescente’. Mientras que Café Tacuba fue la banda telonera de Blur. Con un show de poco más de una hora, la banda mexicana regó algunas gargantas con varios de sus hits, tanto covers como propios. 

   Pasadas las 21, la gente ya pedía por esos niños ingleses que supieron inundar los 90’s con hits eternos de radios y boliches. Unos sonidos de fondo hacían de previa hasta que finalmente salieron, después de 14 años, Damon Albarn (voz, tecladista y guitarrista), Graham Coxon (voz y guitarra), Alex James (bajo) y Dave Rowntree (batería), generando un bullicio de placer y excitación. Un "Buenas noches!", soltó Albarn con un español bañado de ese tono inglés innegable apenas subió, para luego despacharse con un “Are you Ready?”, y las 30 mil personas que copaban el lugar no pudieran negarse a estar listos cuando, los sonidos electrónicos invitaban a saltar/bailar con el inoxidable ‘Girls & Boys’. La noche estuvo plagada de esos himnos que nadie olvida: desde el (casi) inédito ‘Popscene’ hasta ‘There’s no other way’, de Leisure, desde ‘Beetlebum’, del disco Blur (pasando por ‘Trimm Trabb’ y ‘Caramel’, de 13)  hasta ‘Out of Time’, del casi no recordado ‘Think tank’, último album de la banda de Colchester. 


   Coxon tomó el micrófono y comenzó a cantar ‘Coffee & TV’, canción más recordada del álbum 13, que los trajo a la Argentina allá a fines de 1999. La finalizó Damon, con unas frases de ‘Satellite of love’, para recordar y eternizar a Lou Reed. La banda estuvo acompañada de dos grupos: uno de coristas, y otro de vientos, que encajaban tan bien con la banda, que era casi una experiencia sinfónica por la sincronización que poseían con el grupo inglés. No más escuchar ‘Tender’, que emocionó a todos los que estaban presentes, y ni hablar de esa chica que subieron al escenario (gracias al cartel que sostuvo gran parte del show diciendo que su sueño era cantar con Albarn esa canción) para interpretar las primeras estrofas de ese bello tema

   Puros hits sonaban y sonaban junto a la torre del ex Parque de la Ciudad, por eso ‘To the end’ y ‘Country House’ (donde Albarn se paseó por el pasillo que dividía el campo saludando a la gente), antecedieron al inigualable ‘Parklife’, con Phil Daniels, el comediante que narra la parte hablada en la canción. El actor los acompaña en toda esta gira mundial que realizan los reyes de la Cool Britannia.  ‘End of the Century’ y ‘This is a low’ cerraron la primera parte del show, pero aún quedaba un solo bis (sí, una pena). ‘Under the Westway’, una canción nueva espectacular  donde Damon hizo rugir su teclado. Modern life is rubbish es el segundo álbum de la banda, y de ese disco de 1993 sonaba ‘For Tomorrow’, para darle un tierno final con ‘The Universal’, esa canción maravillosa de The great Escape de 1995, que puso sensible a todos y nadie no pudo corear el “It’s a really, really, really, Could happen”, del estribillo de la canción. Claramente, ese no fue el fin: faltaba ‘Song 2’, para destrozar las cabezas y sobre todo, (lo poco que quedaba de) las piernas, con un pogo que va a ser imposible de olvidar.



   Blur pisó suelo argento por segunda vez en su historia, y su público le demostró tan sólo con hechos, que el amor por ellos es gigante. Dos generaciones, la que estuvo en el ’99 y la que no, esperaron 14 años para verlos otra vez brillar. Ellos, no defraudaron: vinieron a ratificar por qué son una de las bandas más importantes en la historia del rock británico, mostrando que los buenos músicos son como un buen vino: mientras más le pasan los años, más interesantes se ponen.



Nota por Ariel Andreoli

No hay comentarios:

Publicar un comentario